Ayer asisití a un concierto de piano en el Teatro Riera, Villaviciosa.
Del X Festival Internacional de Gijón, era el último concierto: un recital de Akiko Shirogane, profesora en el conservatorio de Música de Ginebra, Suiza (se puede leer más sobre ella en este enlace).
Tocó obras de Janácek (En la niebla), Beethoven (Sonata no. 32, do menor op.111) y Schumann (Kreisleriana).
Akiko Shirogane
Sigue mi opinión que es por supuesto personal e intransferible:
Técnica estupenda, buena imagen: sus manos eran muy expresivas y musicales (sí, musicales), lo demás (cabeza, cuerpo) en segundo plano (lo prefiero así), el sonido lleno, profundo y flexible, con muchos armónicos, las piezas estuvieron hiladas desde la primera nota hasta la última, las distintas voces se escuchaban perfectamente, trinos y pianissimos increibles, hubo agilidad y precisión, y mucha concentración, además de que transmitió honestidad.Quizá en algún momento se detuvo demasiado en el sonido, demasiado preciosista, por ejemplo en la arietta de Beethoven, casi parecía que estaba escuchando impresionismo francés en vez de una obra de finales del XVII, principios del XVIII. De todas formas la arietta de esa sonata es complicada, musicalmente hablando. En cambio el primer tiempo, el maestoso, me convenció.
Pero lo que más me convenció fue la obra de Schumann, una obra de mucha dificultad técnica y, musical, y de difícil memorización. Hubo momentos de humor, parecía un cuento infantil, pero luego otros momentos de mucha fuerza, como los fugato, momentos solemnes, momentos de ensueño y otros de misterio. Y la pianista me llevó de la mano desde la primara hasta la última nota. Pero tengo que reconocer que sólo me emocionó durante algunos breves momentos, a pesar de la técnica, la musicalidad y la propuesta coherente de la pianista. Salí satisfecha pero no "tocada".
Una cosa que personalmente me desconcentró en ocasiones fue la manera en que la pianista marcaba varias entradas de la música con su respiración, que sonaba como un "sssshhh" más o menos fuerte según el caracter de la música que seguía. Es un tic como el de canturrear mientras se toca, uno mismo ya no lo nota, pero el oyente sí.
Menos buena opinión me mereció el público. Entiendo que era un programa denso y más bien para oidos musicalmente educados (muy valiente comenzar el concierto con Janacek), nada "light", sin un momento de respiro.
Pero el concertista merece un mínimo de respeto, aunque sea un concierto gratis, aunque no te estés "enterando" de nada.
Los niños que asistieron se portaron bastante mejor que algunos adultos con sus móviles sonando, tosiendo sin parar, saliendo o entrando en medio del concierto, cuchicheando.
Agradecida al Ayuntamiento de Villaviciosa, en concreto a la Concejalía de Cultura, por organizar este concierto.
Buena lectura
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